exámenes de otorrinolaringología

4 exámenes de otorrinolaringología que podrías necesitar

La salud del oído, la nariz y la garganta es muchas veces pasada por alto de los análisis de rutina. Sin embargo, someterse a distintos exámenes de otorrinolaringología puede ayudar a prevenir enfermedades y proteger estas áreas de nuestro cuerpo.

En virtud de la importancia de mantener un control regular, realizamos aquí un listado de los cuatro principales estudios que se utilizan en el área de la otorrinolaringología para conocer el estado de nuestro organismo y detectar tempranamente los síntomas de distintas patologías.

1. Exploraciones de oído, garganta y nariz

Son los exámenes de otorrinolaringología más comunes en una consulta. En primer lugar, la otoscopia -o exploración de oído- sirve para identificar la presencia de tapones de cera o exceso de cerumen, secreciones irregulares, cuerpos extraños, lesiones bacterianas y micóticas, infecciones frecuentes o recurrentes.

Se realiza a través de un instrumento con un haz de luz llamado otoscopio a través del cual se observa la condición del canal auditivo, el tímpano y cada una de las estructuras internas.

En el segundo caso, la exploración de garganta -o de cavidad oral- está orientada a identificar lesiones relacionadas con cuadros infecciosos u obstructivos como el crecimiento desmedido de las amígdalas que condiciona la obstrucción de las vías aéreas. Se realiza con un abatelenguas y con luz frontal.

El tercero de los exámenes exploratorios, el que corresponde a la nariz recibe el nombre de rinoscopia anterior. Este estudio se realiza a través de un espéculo llamado rinoscopio que permite visualizar las fosas nasales y permite identificar alteraciones en las estructuras anatómicas de las cavidades que impiden el adecuado funcionamiento de las vías o que podrían representar una amenaza para la salud.

2. Timpanometría

Se trata de un examen que permite evaluar la movilidad de la membrana timpánica, las condiciones del oído medio y los huesillos conductores del oído a partir de variaciones de presión de aire que son registradas a través de un timpanómetro.

Es una herramienta eficaz para diagnosticar otitis media y diferenciar, en casos de hipoacusia, entre la pérdida de audición sensoneural y la pérdida de escucha conductiva.

examenes de otorrinolaringología

3. Audiometría

Es el más común de los estudios en otorrinolaringología y suele exigirse en exámenes preocupacionales para medir la capacidad de cada oído de percibir las vibraciones de diversas bandas del espectro audible.

4. Laringoscopia o nasofaringoscopia

A diferencia de los exámenes anteriores que suelen realizarse como control, este estudio de tipo endoscópico será indicado por un especialista ante la sospecha de alguna patología específica para llegar a un diagnóstico determinado.

Se realiza con más frecuencia con el fin de identificar lesiones originadas en las cuerdas vocales que predisponen a la aparición de disfonía o ronquera. Es un estudio inocuo y puede realizarse en el mismo consultorio del profesional.

¿Cada cuanto es necesario realizar exámenes de otorrinolaringología?

Es recomendable realizar una consulta con un especialista en otorrinolaringología al menos cada cuatro años para tener un seguimiento de nuestro estado de salud. A partir de la evaluación en la entrevista, el profesional determinará qué estudios son precisos realizar y con qué frecuencia.

Sin embargo, existen pacientes que poseen mayores riesgos a padecer enfermedades de tipo otorrinolaringológicas, como:

  • Fumadores y/o personas que consumen alcohol de forma regular y en exceso.
  • Personas en tratamiento permanente con medicamentos.
  • Pacientes que de forma regular se encuentran expuestos a ruidos intensos, por ejemplo, en el trabajo.
  • Personas que por su profesión exigen diariamente las cuerdas vocales, como los docentes, músicos, etc.
  • Pacientes con asma o diferentes tipos de alergia.
  • Pacientes con antecedentes personales o familiares de enfermedades vinculadas al oído, la nariz o garganta.

Todo examen a tiempo podrá evitar el desarrollo de una enfermedad y como siempre decimos, ¡la mejor cura es la prevención!

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